lunes, 9 de junio de 2008


SEÑOR… ¿En que puedo Servirte?

Si te fijas en este cuadro no representa la cena de DAVINCI, sino momentos antes en que se preparaba el lugar para esa gran cena donde el Señor compartiría con sus discípulos, SERVIDORES Limpiaban el piso, ponían la mesa, arreglaban el lugar. Me imagino que muy alegres porque esa noche JESÚS mismo se sentaría allí en ese lugar.

Dicen que un joven iba a orar todos los días a la misma hora a una Iglesia; el pastor, viendo que el joven venía todos los días y pasaba algunos minutos arrodillado, le preguntó: “¿Qué le pides a Dios todos los días? ¿Cuál es tu problema? A lo que el joven respondió:
“No le pido nada. No tengo grandes problemas. Lo único que le pregunto a Dios es en qué le puedo servir”.
Jesús propone aun hoy con un ejemplo que nos debe cuestionar muy seriamente:
“No todos los que me dicen, ‘Señor, Señor’, entrarán en el reino de los cielos, sino solamente los que hacen la voluntad de mi Padre celestial. Aquel día muchos me dirán: ‘Señor, Señor, nosotros comunicábamos mensajes en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros’. Pero entonces les contestaré: ‘Nunca los conocí; ¡aléjense de mi, malhechores’!”
El seguimiento de Jesús no es solamente repetir oraciones e ir los domingos a la iglesia… Esto habrá que hacerlo, pero lo más importante es que cumplamos con la voluntad de Dios… Escuchar la palabra de Dios y no ponerla en práctica es como construir una casa sobre arena:
“Vino la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos y la casa se vino abajo. ¡Fue un gran desastre!”. En cambio, escuchar la palabra de Dios y cumplirla, es construir la casa sobre roca: “Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos contra la casa; pero no se cayó, porque tenía su base sobre la roca”.
A lo mejor Jesús vio a un hombre construyendo su casa con unos cimientos que llegaban hasta la roca. Las tempestades y las borrascas no pudieron nada contra su propia casa.
En cambio, debió ver a algún vecino perezoso que edificó su casa sobre la arena y terminó sufriendo un gran desastre cuando llegaron las tormentas y los vendavales sobre aquella casa.
Nuestra oración debería ser como la de aquel joven que siempre le preguntaba al Buen Dios, cómo ayudarle cada día.
Preguntémonos hoy, qué nos está pidiendo el Señor, y pidamos la gracia para poder cumplir su voluntad de salvación. Solamente así, nuestra palabra y nuestra oración serán como la de Jesús, que dejaba asombrada a la gente que lo escuchaba:
“Cuando Jesús terminó de hablar, toda la gente estaba admirada de cómo enseñaba, porque lo hacía con plena autoridad, y no como sus maestros de la ley”.
Pregúntale cada mañana al Señor, ¿Señor en que puedo servirte hoy.
Pon delante de mi personas a las que hoy pueda servir y dar testimonio de Ti

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